LA RESACA DEL PODER

El Poder, con mayúscula, es espuma... Sus relatos también son espuma. Después de la batida espumosa, en una playa, queda la impronta que genera la resaca, que es la verdad de la espuma, lo que se oculta...

La impronta del poder es su relato oculto. Y eso es lo que aquí nos interesa.

viernes, 3 de julio de 2015

ESTAMOS EN GUERRA (VIRTUAL)


En su último largometraje Scorsese resume muy bien el espíritu del capitalismo financiero contemporáneo. A diferencia de los habituales gángsteres del director italoamericano, el megabroker protagonista de El lobo de Wall Street (2013) no derrama ni una gota de sangre, pero le jode la vida a miles de personas. Así de cruel es el sistema que nos gobierna económica y, no nos engañemos, políticamente. La interminable tragedia griega está poniendo de manifiesto hasta qué punto estos amos del mundo se saltan la democracia cuando el pueblo, harto y esquilmado, se pronuncia en contra de sus intereses. Como el depredador bursátil interpretado por Di Caprio, la troika, siempre con la complicidad del imperio americano, ejerce una violencia sistémica que afecta sobre todo a los más débiles; las élites depredadoras son responsables del desmontaje del estado de bienestar, del empobrecimiento de la clase media y de la precarización galopante. Grecia es la primera batalla europea, pero este IV Reich fundamentado en el euro y el orden neoliberal necesita nuevos sacrificios para alimentar la insaciable codicia de los bancos y fondos de inversión que lo sustentan. Ellos y sus terminales mediáticas se empeñan en asegurarnos que no hay otra salida, que más allá de su statu quo está el caos y los dragones. El miedo suele traerles réditos, por eso están haciendo un espectáculo de la prollongada y programada ejecución sumaria del país heleno. Creemos que vivimos en el mejor de los mundos en esta pax americana globalizada y posmoderna, pero en verdad estamos regidos por una tremenda violencia: algo hemos ganado, hemos pasado de lo real a la era virtual, de la sangre a bobotones a la pixelada. Por desgracia este ultraviolento videojuego de comienzos del XXI se parece bastante a los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, cuando la avaricia de los imperialismos revestida de hipertrofiada ideología llevó al mundo a la catástrofe. Entonces perdieron los derechos humanos, la democracia y Europa, los mismos actores que ahora están siendo sacrificados, sin hemoglobina, en el altar de la ortodoxia económica, por mucho que se presente desde la virtualidad televisiva.

En España la violencia larvada también se ha desatado desde que el 13 de junio se escenificara en las grandes ciudades –las que marcan el norte sociológico- la posibilidad de que la indignada ciudadanía haga valer su poder democrático a través de plataformas sociales y partidos de izquierda altersistémica. Su primera víctima no esperó ni 48 horas: Guillermo Zapata, el concejal del Ayuntamiento de Madrid más efímero que se recuerde. Este temprano descabezamiento, al que siguieron las exigencias de otros desde la crecida caverna, supone el primer disparo certero de una ofensiva artillera desde las profusas y potentes baterías mediáticas de la derecha. Ha estallado la guerra -virtual, no se asusten- entre las dos Españas, la que defiende a toda costa los privilegios del establishment (muchos por ignorancia o estulticia) y la que quiere dejar de ser vasalla de políticas neoliberales, capitalismo de amiguetes, mamandurrias, corrupción insitucionalizada y toda esa madeja de escoria en la que se ha enmarañado el Régimen del 78. Como pasó en 1936 este es un prólogo de esa otra guerra a escala europea y mundial que venimos comentando. Las guerras se desarrollan ahora en el terreno virtual/mediático, aunque la violencia y la vesania parezcan muy reales. La hidra de tres cabezas (el conglomerado financiero-político-mediático) que domina la geografía ibérica, en connivencia con la Troika, ha olido a Apocalipsis y vomita fuego descalificador por sus fauces. El paralelismo con el intento de cambio que se emprendió con la II República es innegable, si bien ahora, insisto, jugamos en el ciberespacio, con víctimas que son sacrificadas en el orden simbólico. Bienvenidos a esta nueva entrega entre Juego de tronos -dragones incluidos-  Walking deads y el maquiavelismo de House of cards. Más allá de la inoportunidad de unos viejos tuits sacados de contexto o de un plante ante “el sentido común económico”, la cobrada cabeza de Zapata y la tambaleante de Tsipras pretenden marcar el territorio por parte de los verdaderos mandarines; es un aviso a los gobiernos recién llegados para que no traspasen las líneas rojas de sus sagrados intereses si no quieren ser arrasados por el fuego del fin del mundo.


Juegan con todas sus cartas marcadas, mienten con aplomado cinismo. Sacan a relucir la ética o el espantajo de la estabilidad económica… Tanto da; lo importante es mantener el injusto sistema que les ampara, defender los intereses económicos de sus patrones. ¿Qué autoridad moral tienen los que no han condenado el holocausto del franquismo, los que sistemáticamente se ríen de esas víctimas y del dolor de sus descendientes en tuits, tertulias y blogs?, ¿qué imperativo ético pueden exhibir quienes proclaman en sede parlamentaria “que se jodan los parados”, quienes hacen gala de sus actitudes machistas, xenófobas y homófobas?, ¿qué referente puede ser un presidente que sigue ahí tras conocerse sus SMS de apoyo a un delincuente financiero? ¿Qué autoridad tiene un Junker que propició un paraíso fiscal cuando presidía su país o esta Alemania del austericidio a la que se le perdonó su deuda para llegar hasta su actual cima? Asistimos a una opereta centroeuropea donde los valores –la democracia, la dignidad, los derechos humanos- ya no pintan nada, solo los intereses de los eurocomerciantes que la protagonizan. Alemania vuelve a liderar esta ofensiva contra la democracia, contra la Europa de Jean Monnet, ahora sin panzerdivisionen, porque los métodos han cambiado en un mundo políticamente correcto. Le siguen los países ricos del norte y centro del Viejo Continente, que han asimilado –gobiernen conservadores o socialdemócratas- la doctrina neoliberal frente a la Europa política y social. La única salida digna es la rebelión, que solo puede concretarse en el humillado Sur y, tras la batalla de Grecia, España podría ser la tumba de este nuevo “fascismo de ropaje neoliberal”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario