LA RESACA DEL PODER

El Poder, con mayúscula, es espuma... Sus relatos también son espuma. Después de la batida espumosa, en una playa, queda la impronta que genera la resaca, que es la verdad de la espuma, lo que se oculta...

La impronta del poder es su relato oculto. Y eso es lo que aquí nos interesa.

domingo, 7 de febrero de 2016

MARCOS MENTALES QUE ESTÁN CAMBIANDO EN ESPAÑA


Enlace Periódico de Aragón 6.2.2016


Vivimos en una sociedad dominada por un ecosistema mediático ruidoso, acuciado por la inmediatez y la actualidad más rabiosa. Pero los cambios profundos siguen produciéndose por debajo del ruido y los escaparates mediáticos. En diciembre de 2012, con motivo del primer aniversario del gobierno de Rajoy, mi predecesor Jaime Miñana alertaba en estas mismas páginas que, por debajo del triunfalismo absolutista del PP, se estaban produciendo destacables desplazamientos telúricos en las placas axiológicas sobre las que se asienta la sociedad española. El artículo “Las bacterias del cambio” aludía a esa invisible actividad transformadora de esos microorganismos que guardan paralelismo con los lentos procesos que se dan en el mundo de las ideas y de los valores. Algo así acaeció desde la irrupción del 15-M en nuestro país. Reproduzco un párrafo del citado artículo que ahora se me antoja profético: “el régimen de la Transición, mayoritariamente respaldado durante décadas, ha empezado ya a cuartearse en el imaginario de los ciudadanos más concienciados. Y ese proceso es ya imparable por mucho que la clase senatorial se “bunkerice” para defender sus privilegios y los de sus interesados cómplices. Las demandas de una democracia real están avanzando más allá de las tiendas del 15M donde nacieron y su eclosión es cuestión de tiempo. La derecha parece gobernar para un país de los tiempos de Paco Martínez Soria”. Desde entonces esa alternativa imaginaria se ha concretado en 6,5 millones de votos que suma la izquierda altersistémica, casi tantos como el partido más votado; si a ello añadimos los sufragios del PSOE el teórico bloque progresista domina el arco parlamentario español.
¿Qué ha pasado en nuestro panorama sociológico para que se produzca este vuelco? Para entenderlo en profundidad no podemos quedarnos en los indicios inmediatos de las encuestas, esa miopía es lo que ha deparado a la derecha (incluyo a C’s) su debacle electoral. Si Arriola, máximo augur sociológico del PP, saludó a Podemos como un fenómeno friki… ¿Cómo iba a intuir el terremoto que lentamente se estaba produciendo bajo su triunfalismo de pies de barro? No se percataron de los cambios relevantes que se estaban operando en los marcos mentales de la opinión pública más consciente y avanzada, muchas veces a la contra de los terminales mediáticos dominantes. Esas mutaciones tienen dimensión global y fueron azuzadas por la megacrisis del 2008; tras los primeros compases de desconcierto (Sarkozy llegó a proclamar que había que regular el capitalismo), los mercados financieros tomaron el mando poniéndose la Reserva Federal y la troika a su servicio con los gobiernos occidentales detrás. Los tremendos recortes, el injusto rescate de los bancos y el aumento de las desigualdades no les saldrían gratis a los poderosos. La percepción del libre mercado como un teatro de operaciones positivo empezó a quebrarse en el imaginario de los ciudadanos; sus conceptos supuestamente optimistas –reparto de riqueza, iniciativa privada, emprendimiento…- cada vez se cuestionaban más a favor de una interpretación inquietante del capitalismo financiero actual: extractivo, egoísta y oligárquico que trasvasa fondos, con la connivencia de los estados, de las rentas del trabajo a las rentas del capital.
Este discurso crítico fue cobrando forma a través de brillantes teóricos como Owen Jones y múltiples colectivos –la inteligencia en red del siglo XXI- que fueron viralizándolo en Internet. Mientras el virus avanzaba a través de las redes sociales expansivas los gobiernos seguían aferrados al austeritarismo, especialmente sangrante en Europa meridional. Por eso el estallido se produjo aquí, en Italia y particularmente en España, donde el movimiento indignado cristalizó con éxito en la Puerta del Sol llegando a exportarse al corazón del imperio (Occupy Wall Street). Rajoy y los suyos no le dieron importancia (“que se presenten a las elecciones”), pero la quiebra ya se había producido y se demandaba democracia real (la actual no lo era). El divorcio entre los ciudadanos de marco mental avanzado y la casta política ya se había producido (“no nos representan”), la quiebra del régimen del 78 también (la corrupción desbordándose y la sublevación catalana vendrían a certificarlo). Pero la derecha gobernante seguía aferrada a un marco mental periclitado amparada en su absolutísima mayoría. Lejos de percatarse de la falla del régimen, llegaron a forzar toda su herrumbrosa maquinaria con unas contrarreformas que buscaban blindar sus miserias e imponer su trasnochadas ideas sobre España, la seguridad, el aborto, la enseñanza, la justicia. El absolutismo pepero era, en el fondo, el canto de cisne del sistema político nacido en 1978.

Las recientes elecciones generales han puesto de manifiesto esa lenta mutación de los marcos mentales. Las grandes ciudades y las zonas más dinámicas del país empiezan a apostar por partidos del cambio, Podemos especialmente, mientras el PP se mantiene en la franja poblacional más añeja y, junto con el PSOE, en las zonas rurales y menos desarrolladas. Alea jacta est!, el futuro está con los emergentes más osados. Muy especialmente porque el cuento del capitalismo bueno y dinamizador está en decadencia (eso explica el fracaso de C’s) y ganan enteros, al menos en España, los relatos de solidaridad, equidad, bien común, respeto a la singularidad de los pueblos, ecologismo, animalismo, transparencia, medias anticorrupción… Es verdad que más de siete millones de ciudadanos han refrendado el relato de un partido imputado por su corrupción sistémica, pero su cuento es endeble y ya cotiza a la baja. La derecha española siempre se queda atrás; miren al retrovisor de la Historia: se opusieron al divorcio, al aborto, a las autonomías, al matrimonio homosexual y a tantos avances que ahora incluso han integrado en su programa. Es cuestión de tiempo. Por eso, más allá de quién gobierne y con quién, estén atentos a estos movimientos del imaginario colectivo, a los valores ciudadanos en alza que, aunque lentamente, tienen un rumbo inexorable hacia horizontes más abiertos y pueden depararnos muchas más sorpresas.