LA RESACA DEL PODER

El Poder, con mayúscula, es espuma... Sus relatos también son espuma. Después de la batida espumosa, en una playa, queda la impronta que genera la resaca, que es la verdad de la espuma, lo que se oculta...

La impronta del poder es su relato oculto. Y eso es lo que aquí nos interesa.

viernes, 9 de septiembre de 2016

¡ERA EL IMAGINARIO, AMIGOS!

                                             Enlace artículo Periódico de Aragón 28.7.2016


Tras los comicios del 26-J amanece un panorama gravísimo desde el punto de vista de la salud democrática. Un partido acreditado –judicialmente incluso- como una mafia sustentante de corrupción sistémica, avalista de recortes y de menguas en derechos y libertades, el partido del déficit disparado y del saqueo de la bolsa de las pensiones.... Todo ello ha sido avalado por una minoría mayoritaria creciente (más en los lugares donde la corrupción ha sido más intensa). Es triste e indecente a la vez, pero no podemos caer en la interminable queja o en razonamientos simplones.

Hay varias razones, además de las más evidentes que ya han sido resaltadas por políticos y medios de comunicación, que pueden explicar este ¿sorprendente? resultado. La primera la anticipaba en mi último artículo con significativo título, “Es el imaginario, estúpido”. En el pulso de imaginarios, ha ganado el propiciado por el neoliberalismo: el voluntarismo de mantenerse en la clase media en medio de la tormenta. Más que voluntarismo es un espantajo, pues los estudios sociológicos ya demuestran hasta qué punto esa medianía social es cada vez más menguante por efectos de una crisis provocada por los mismos que dicen gobernar para esa mitificada clase en tanto benefician a los oligarcas. Pero la gente a la hora de votar no hace análisis científicos, se guía más bien por percepciones o corazonadas, si bien muy inducidas por los medios de persuasión, no seamos ingenuos. Pues bien, en el citado pulso han estado más finos los de la derecha: por algo presumen de conocer mejor a una naturaleza humana regida por el miedo y el deseo en continua interacción. Han contado, además, con mejores asesores electorales, con profesionales de primera línea bregados en las campañas de Obama o Cameron. Ante el poderío consultor de la Agencia Messina palidecen los gabinetes de aficionados universitarios, por mucho que sean guiados por un coco como Errejón. No es lo mismo teorizar en las aulas y en los papers académicos que bajar a la rugosa arena de la praxis mercadotécnica (Doctores tiene la Iglesia…). El caso del PSOE es distinto, porque no hay gabinete de expertos que pueda bregar con unas contradicciones internas que los condenan a un descenso continuado de apoyos. Mientras tanto desde Génova los expertos yanquis llamados por Moragas han ido conquistando perfiles de Facebook, cuentas de Twitter para demostrar al ritmo de reguetón que el PP mola, que ya ha pagado por la corrupción en la anterior cita electoral y que ahora toca a rebato para defender los adosados y los Audi 4 que los bolivarianos nos quieren quitar…

Unidos Podemos se ha estrellado con la entelequia de que el cambio estaba ya aquí. Ciertamente el terremoto podemita había producido una falla por la que se querían colar los vientos del cambio hasta cuartear del todo un régimen del 78 que ya iba presentando no pocas grietas. Pero la intensidad del sismo morado ha ido demasiado lejos en la escala de confortabilidad de la gente, a la que no le gusta que le muevan el suelo. Muchos ciudadanos de orden han salido a defender propiedades y seguridades económicas, a la vez que el inmodélico régimen de la Transición y el amarre a la Europa mercantil, mucho más tras el inesperado Brexit. Este perfil de elector cuando huele tormenta apuesta por una marca segura, aunque tenga más mierda que el palo de un gaviotero. Así pues mientras la gente de ley y orden salía de sus guaridas para apoyar el vergonzante vuelo de la gaviota pringosa, el electorado de izquierda se cruzaba de brazos. La izquierda siempre ha sido más exigente e idealista a la hora de depositar el voto, aunque posiblemente sus electores no siempre sean tan rigurosos y científicos como algunos los pintan. Son, en cualquier caso, mucho más sensibles a la ética y suelen ir más allá del pragmatismo claudicante de la derecha… Entre este colectivo unos no han votado porque sus cabezas de lista se habían presentado como socialdemócratas, otros porque había comunistas entre los candidatos, otros porque me cae mal Pablo Iglesias o porque no supieron negociar… y así hasta 1.100.000 sufragios que han puesto la alfombra roja a Rajoy.

No obstante, tras la euforia genovesa (con tanto soy español, español… de los “patriotas peperos” se corre el riesgo de hacer la ecuación español=corrupto) llega el día después de los números precarios y de la soledad del corredor soberbio que despreció a todos en anteriores maratones. La papeleta final la vuelve a tener un PSOE que se negó a un gobierno de progreso vetado por su ejecutiva pero, según ellos, malogrado por un quítame allá unos sillones de cal viva… ¡Ah el PSOE!, que se debate entre el socialiberalismo avalado por el Ibex 35 y las señas de identidad perdidas de la socialdemocracia, entre el federalismo y el soy español andaluz español. ¿Qué saldrá de ese cacao ideológico y de sus fratricidas guerras de egos “varoniles”? Posiblemente una coartada para salvar el régimen del 78, ese estiércol tan nutritivo para sus rosas.

En las pasadas elecciones ha habido mucha infra y sobrevaloración. Infravaloraron algunos el sentido pragmático de un pueblo que durante cuarenta años vivió con la indecencia de mirar hacia otro lado bajo una dictadura miserable y sanguinaria; infravaloraron la permeabilidad que siguen teniendo los imaginarios neoliberales alentados desde unos medios de persuasión que ya se sabe de qué bando están. Sobrevaloraron el concepto de pueblo activado y su compromiso con las urnas. España no es tan idílica como se apelaba en los mítines de UP ni tan miserable como pretende el cuñadismo de izquierdas. Hay más de un 21 % de ciudadanos y 71 escaños que apuestan por una alternativa ilusionante desde la izquierda transformadora, algo insólito en una Europa que responde ante la crisis con populismos fascistas. El reto está ahí y España es la punta de lanza para que se muevan las necrosadas placas tectónicas del Viejo Continente, pero los procesos ideológicos, como los telúricos, requieren de tiempo y paciencia. Entre tanto, gracias al travestismo indefinido del PSOE, una gaviota tocada del ala volverá a enseñorearse de nuestros cielos, y ya se sabe cómo actúan las aves carroñeras…


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