Al ser retado a montar un Ubu
President con Artur Mas, Boadella declaró la pasada Diada que no
le daba ni para un sketch. Por ahora…, pues la tragedia catalana lo puede
convertir en un personaje con carácter... Gallardón ya lo ha
conseguido. El periplo político de este
ambicioso, que acaba en cruel naufragio y humillación, depara algunos relatos próximos al fatum trágico de Macbeth, Otelo o El Rey Lear… Algunos argüirán que este peculiar
ejemplar de la fauna ibérica no da para
tanto: aquí todo es rebajado -sainete
y zarzuela- o esperpéntico. Más bien creo que Gallardón es un Mefistófeles que ha vendido su identidad a un Diablo con las máscaras políticas que le convenían; primero fue el “verso suelto progre” del PP (la caverna mediática lo condenó al infierno),
luego ha ejercido de valedor de las esencias conservadoras de la marca. Dos son
los motores que explican ese copernicano vuelco: su desmedida ambición -solo le quedaba llegar a la Moncloa- y
su lealtad al hombre barbado que le iba a alfombrar ese camino (también fue fiel a Aznar acogiendo a su
incompetente legado embotellado).
El otro drama que explica semejante proceder
es “La Campana de
Huesca”, macabro círculo que Ramiro II el Monje ejecutó con las cabezas de los levantiscos nobles
aragoneses para escarmiento de sus pares. El exministro de Justicia recuerda a
uno de esos cabecillas descabezados de la tragedia oscense, quizá porque no supo entrever el proceder
rajoyano, que no avisa (aquel rey sí advirtió a sus nobles llevándolos al jardín y cercenando las flores que sobresalían). Ruiz Gallardón, patricio del PP, vendió su identidad por ascender y consiguió mucho, pero ha sucumbido acuchillado por un mediocre villano que
maneja la trapera como nadie, a excepción de esa otra aristócrata de la Verbena de la Paloma que lo destripó antes en la pradera de San Isidro.
Alberto, el trepa que mandó al diablo su
identidad, era un caballero fiel con algunos principios que nada sirven en las
peleas callejeras de la política actual. Años atrás pasó en el PSOE, cuando
los “descamisados” arrinconaron a la vieja guardia del
socialismo ilustrado...
¿Es Rajoy un
Maquiavelo galaico? Como su paisano Franco, más bien es una comadreja sin principios, esperando atenta y
silenciosa a su presa con tremenda capacidad de adaptación e infinita paciencia; cuando llega su
momento, es implacable. Estos marsupiales no soportan que nadie les discuta el
territorio y son capaces de carroñar su propia especie. Así pues, “La campana de
Mariano” amplía un círculo sangriento que empezó con los que se disputaban el “dedazo de Aznar” (Rato, Acebes,
Cascos, Mayor Oreja…) y se ha ido
incrementando con las cabezas de Zaplana, Camps, Matas… ¡Y que se preparen los que osen asomarlas!: Cospedal, Soraya, Núñez Feijoo, el “progre de Extremadura”… Probablemente esas carnicerías son más fruto del mal agoiro galaico que acompaña a esa medianía presidencial que de un cerebro a la altura del malvado
florentino… Tanto da; los
efectos son demoledores. Los más brillantes son masacrados sin piedad mientras que los mediocres
o la calderilla ministerial se utilizan como escudos humanos ante potenciales
errores y polémicas del Timonel (Ana
Mato, Wert, Báñez…); a los que defiendan principios (Fernández Díaz) no tardará en llegarles su
hora, como les ha llegado a los grupos próvida y al obispado rouqueño (otro gallego depredador) que tanto maniobró para que la gaviota anidara en La
Moncloa. Pero volvamos al finado Gallardón; su caso sería más patético que trágico si su implacable
y paciente ejecutor no estuviera al timón de todos nosotros…
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