Sí se puede, protestar al menos. Para poner en
evidencia que rechazamos la MercaEuropa que proponen los dos megabloques
políticos. Son dos caras de la misma moneda expedida por la Troika: los hinchas
del sistema -orgullosos de sus hachazos- y los que pretenden poner parches con
el hacha. El eurobosque está sentenciado y las talas continuarán. Manuel Valls,
presentado en Barcelona como gran alternativa socialdemócrata, lo ha demostrado
cuando llegó al gobierno en Francia como un leñador. Los socialistas no tienen
más alternativa que cacarear en tuits contra el machismo derechista: en algo se
tienen que distinguir…. La disyuntiva que nos ofrece el PPOE, en su pantomima
bipartidista desvelada por la sibila Felipe González, es solo aparente: un
representante de las petroleras frente a una señora del agónico aparato del
PSOE. En el gallinero de la oferta electoral ululan populismos, nacionalismos y
fascismos (de fasces: hacha), pero también algunas alternativas al
mercadeo/merkeleo europeo. La altersistémica Syriza les ha dado un susto en una
Grecia desmantelada, ¿por qué no aquí? Leed
los programas, no los eslóganes y tuits demagógicos; algunos grupos proponen un
horizonte social libre y genuinamente democrático. Se abren algunas
oportunidades: al Presidente de la Comisión lo elegirá el Parlamento y hay
circunscripción única electoral que suspende el ventajismo de mayorías de la
ley D’Hont. Urge llenar Estrasburgo de voces que quiebren la actual deriva que
está destrozando la igualitaria Europa del Estado de Bienestar sacrificada en
aras del Capital globalizado. Ni el euro ni la deuda son sagrados -más bien son
instrumentos de tortura- y más allá de los defensores de este sistema injusto
no está el caos, sino el pálpito del mejor sueño europeo.
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